Hace unos días a raíz de una controversia en Facebook, dije que expondría mi opinión sobre la situación en ese país, creo que ya ha llegado la hora y este es el inicio de una serie de seis artículos sobre el tema.
El Laberinto egipcio (1 de 6)
Estaréis
acostumbrados a ver, que no digo leer, mis escritos habituales en nuestra
revista sobre el Egipto Faraónico. Dado que el redactor, parece que tiene falta
de material para el próximo número espero que me permitáis un análisis con mi
óptica del la situación actual de dicho país.
No pretendo
sembrar cátedra, ni mucho menos que mis consideraciones sean las reales, hablo
de mis impresiones obtenidas de mis varios viajes y de conversaciones
mantenidas con egipcios.
Para
comprender la situación, creo que es importante tener en cuenta la observación
que me hizo un egiptólogo y guía experimentado al preguntarle por la injerencia
que en la vida pública pretende y en realidad tiene el Poder Religioso. Me
dijo: “En el Islam la cronología empieza con la Héjira que corresponde con el
año 622 del calendario usado en Occidente, ¿Cuál era en Europa la relación
entre el Poder Temporal y el Poder Religioso? Puede resultar extraño lo que
está pasando?
En los
tiempos de Mubarack, las políticas sociales eran en la práctica inexistentes,
toda la red asistencial era mantenida por los Hermanos Musulmanes con una clara
ideología religiosa de tipo integrista, los cuales estaban en teoría prohibidos
como organización, pero en la práctica se movían sin ningún problema en sus
labores sociales. Esto les permitió ser la única organización estructurada, con
elementos en todos los lugares clave y con un fuerte arraigo popular, eso sin
contar con la fuerte financiación que les siguió llegando de Arabia Saudí con
su ultra conservadora versión del Islam.
La Plaza
Tahir fue el núcleo geográfico donde convergieron varias revoluciones aunque se
nos intento presentar como una sola. Por una parte, estaba el grupo que buscaba una democracia homologable a las
de tipo occidental, compuesto en su mayoría por intelectuales y progresistas,
por otra Los Hermanos Musulmanes, actuando muy prudentemente para no provocar al Ejercito que podía con sus
efectivos aplastar la incipiente revolución, además estaban los Cristianos
Coptos, aliados potenciales de los que deseaban la democracia formal, hartos de
ser zarandeados y considerados ciudadanos de ínfima clase y por último
grupúsculos varios de los que siempre se unen a cualquier evento que se salga
de la normalidad.
Al final,
la(s) revolución (es) de la Plaza Tahir, acabó como ya sabéis con la caída de
Mubarack, que no de su Régimen y de su Poder.