Gastronomía
Una vez
pasado el informe de mi escrito anterior sobre la situación actual de cara a
una visita a Egipto, creo que es obligado volver al Egipto faraónico, que es de
lo que trata esta serie de crónicas.
Una de
las cosas que me llama la atención cuando se trata de vincular la época
dinástica con extraterrestres, y que, a mi juicio, se opone a estas elucubraciones,
es el interés que mostraban los egipcios por el tema de la comida, como se
puede colegir de las numerosas pinturas en las tumbas, en las que se
representaban escenas de banquetes del propietario de la de la tumba.
¿Pero
qué comían y bebían? Básicamente, lo mismo que comen y beben actualmente, con las
excepciones de lo que les prohíbe su actual religión islámica, y, también,
lógicamente, de las aportaciones foráneas, casi todas provenientes de América. Guisaban
usando como grasa principal el aceite de oliva, pero sin desdeñar las grasas
animales. En su dieta incluían ajos y cebollas, legumbres, especialmente, habas
y guisantes, carnes de cerdo, oveja, y, en ocasiones especiales, vacuno, aves
de corral y anátidas del Nilo. El pescado se consumía poco, según una versión
porque era una representación de Set, y, según otra, porque un pez se comió el
pene de Osiris tras ser descuartizado por el dios antes mencionado, Set. No obstante,
el mújol que ascendía por el Nilo desde el Mediterráneo era muy apreciado. Sin
embargo, la fruta era un producto prácticamente desconocido en las mesas. Pero,
entre todos los alimentos, destacaba el pan, del que elaboraban hasta unas
veinticuatro variedades distintas, desde la más básica, compuesta por harina de
trigo, agua y sal, hasta las elaboradas con leche y miel.
En
cuanto a bebidas, era fundamental en su régimen alimenticio la cerveza, a la
que consideraban como un pan líquido, y que estaba tan presente en su dieta que
en el Papiro de la Huelga en tiempos de Ramsés III, y en diferentes ostracos,
hallados en el poblado de Deir el Medina, se especificaba la cantidad de
hogazas de pan, o medidas de cerveza que debían recibir como pago por sus
trabajos, conforme a su categoría. Es cierto que dicha cerveza no contenía
lúpulo, pero en el resto de componentes, e, incluso, en el proceso de
elaboración era semejante a la actual. Así como la cerveza era la bebida básica
del pueblo, aunque no era desdeñada por las élites económicas o dirigentes, la
bebida de estos últimos era el vino.
El pueblo
egipcio era un pueblo rico. Tenía una capacidad de producción de alimentos, en
casi todas las ocasiones, superior a su consumo. Por tanto, podían almacenar en
silos los excedentes, e, incluso, comerciar con el excedente de productos
alimenticios con países vecinos, a pesar de ser un pueblo no muy proclive a relacionarse con el exterior. De esta
riqueza, que era ambicionada por pueblos aledaños, vinieron todas sus guerras,
pues siempre resultaban invadidos, en tanto que ellos no eran invasores. De esa
riqueza, al final, vino el ocaso de su imperio, al ser invadido para convertirse en una provincia de Roma, que
pretendió, y al final, consiguió apoderarse de ese inmenso granero.
Podemos
sacar varias conclusiones: en un mundo donde los pueblos dependían de la lluvia,
y en el que dos años seguidos de irregularidades de la pluviometría significaban
una hambruna, que podía llegar a hacer peligrar la supervivencia de un pueblo,
Egipto tenía asegurada el agua necesaria para el riego, y una tierra fértil, como consecuencia de las
crecidas periódicas del Nilo, asegurando la manutención de sus habitantes, e,
incluso, gracias a las reservas en sus silos, podían asegurar un mínimo vital
de alimentación, en caso de que la crecida fuese escasa.
Se
puede asegurar que el pueblo egipcio no pasaba hambre, y que, cuando por fallos
administrativos la llegaba a sufrir, eran capaces de organizarse para realizar una huelga, la
primera en el mundo documentada en el papiro citado anteriormente.
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